viernes, 27 de abril de 2012

POEMAS DE JOSÉ ÁNGEL BUESA II






Amamos porque sí, sencillamente

porque sí, sin saberlo,

como cuando la espiga se levanta,

... como la lluvia cuando está cayendo,

como el viento que pasa y no lo sabe

y sin embargo, pasa y es el viento.




Amamos porque sí, sencillamente

porque sí, sin razón y sin remedio,

como se seca un pozo,

como se empaña a veces un espejo,

como una fecha que cambió de día

o un nombre que olvidamos en un sueño.




Amamos porque sí, sencillamente

y no importa en qué tiempo,

si en un amanecer de primavera

o en un lento crepúsculo de invierno,

pues si el árbol lozano da más flores

son más dulces los frutos de los árboles viejos.




Amamos porque sí, sencillamente

por un porqué fatal que no sabemos,

como el traje de luto para un niño

o como las estrellas para un ciego,

como van hacia abajo las raíces

y hacia arriba las ramas

con las hojas por dentro.




Amamos porque sí, sencillamente

porque sí, porque es cierto,

como un anochecer al mediodía,

como una llamarada sobre el hielo,

como resucitar estando vivos

sólo para morir sin haber muerto.




Amamos porque sí, sencillamente.



Sencillamente, como pasa el viento ...



POEMA DEL REGRESO



Vengo del fondo oscuro de una noche implacable

y contemplo los astros con un gesto de asombro.

Al llegar a tu puerta me confieso culpable

y una paloma blanca se me posa en el hombro.




Mi corazón humilde se detiene en tu puerta

con la mano extendida como un viejo mendigo;

y tu perro me ladra de alegría en la huerta,

porque, a pesar de todo, sigue siendo mi amigo.




Al fin creció el rosal aquel que no crecía

y ahora ofrece sus rosas tras la verja de hierro:

Yo también he cambiado mucho desde aquel día,

pues no tienen estrellas las noches del destierro.




Quizás tu alma está abierta tras la puerta cerrada;

pero al abrir tu puerta, como se abre a un mendigo,

mírame dulcemente, sin preguntarme nada,

y sabrás que no he vuelto... ¡porque estaba contigo!




SEGUNDO POEMA DE LA ESPERA


Por un agua de hastío voy moviendo estos remos,

que pasan tanto al irme y tan poco al volver;

pero quizá un día no nos separaremos,

mujer mía y ajena, como el amanecer.




No importa que me quede ni importa que me vaya,

mientras pasan las nubes sin dejar de pasar,

porque tu corazón es igual que una playa,

que, pudiendo ser tierra, nunca llega a ser mar.




Tu amor nunca responde cuando mi amor te nombra;

tu amor, que sin ser mío, tantas veces perdí;

y yo empuño los remos y viajo hacia las sombras,

pues todo se hace sombra si estoy lejos de ti.




Filibustero loco tras el botín de un beso,

viajo por aguas tristes que me entristecen más;

pero tu amor es siempre camino de regreso,

mujer que nunca llegas y que nunca te vas.




Tu amor es un remoto país desconocido,

más allá del mañana, más allá del ayer;

y ya sólo recuerdo las veces que me he ido

recordando las veces que tuve que volver.




Hay virtudes tan tristes, que es mejor ser culpable,

y más si es una culpa de amor amarte así;

pero, si en nuestras vidas hay algo inevitable,

inevitable tú serás para mí.




Ya me duelen las manos de remar en mi hastío;

pero yo sé que un día dejaré de remar,

y he de mirar el mundo como si fuera mío,

y romperé los remos en la orilla del mar...

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