sábado, 1 de agosto de 2015

SOY UNA SINVERGÜENZA!!

























Me enseñaron a avergonzarme de mi cuerpo, 
de mis 
actos, de mis pensamientos. Me enseñaron que lo que 
pienso es absurdo, que lo que hago es ridículo, que 
lo que deseo es sucio. Y aprendí a no decir lo que 
pensaba, por vergüenza de que alguien a mi alrededor 
pensara algo mejor. Y aprendí a no hacer lo que me apetecía, 
por vergüenza de que alguien a mi alrededor creyera 
que era inoportuno. Y aprendí a no perseguir lo que 
deseaba por vergüenza de que alguien a mi alrededor 
opinara que era inapropiado. No contenta con someterme 
a la mirada externa, me plegué también a la vergüenza ajena. 
Y aprendí a preguntarle a la vergüenza ajena cómo vestirme, 
no vaya ser que alguien pensara que voy buscando gustar, 
destacar. Y aprendí a escucharle a la vergüenza al desnudarme, 
no vaya ser que me sintiera cómoda en mi cuerpo, y me 
acostumbrara a enseñar(me)lo sin miedo. Y aprendí 
a consultar con la vergüenza antes de abrir la boca, no vaya 
a ser que dijera sin filtro lo que me pasa por la cabeza, 
y se enterara la gente. Y dejé de bailar, de reír a carcajadas, 
de rascarme el trasero, de preguntar lo que no entiendo, 
de opinar lo que pienso, de compartir lo que siento, de pedir 
ayuda, de ponerme faldas, de ir a la playa, de comer 
o llorar en la calle, de ir sin sujetador, de pintarme, de salir 
sin pintar, de bajar a la calle despeinada, de usar esa ropa 
que dicen que no me pega nada, de llamar a quien echo 
de menos, de tomar la iniciativa, de decir que no, de decir 
que sí, de quejarme, de vanagloriarme, de estar orgullosa, 
de admitir que estoy asustada. Y, a base de sentirme cada día 
más avergonzada, entendí que mi vergüenza nunca iba a 
sentirse saciada. Que toda la vida iba a interponerse entre 
yo y mi representante impostada. Así que busqué a mi 
sinvergüenza interna. Y le costó salir un poco, le daba 
vergüenza. Pero acabó sacándome a bailar, haciéndome dúo 
al cantar, saliendo conmigo a la calle con la cara sin lavar, 
animándome a hablar, a ignorar las cosas que me deberían 
avergonzar... Y ahora no tengo tiempo para sentir vergüenza. 
Estoy ocupada viviendo.

- desconozco su autora -

No hay comentarios:

Publicar un comentario