viernes, 18 de julio de 2014

LA NO QUERIDA



Vivía en un palacio. En cada dedo
un anillo de perlas relucía.
Tocaba la muchacha aquel piano
que esperaba sus manos cada día
para llenar el aire de baladas
y algunas veces de melancolía.
Se enamoró de un hombre. No pudieron
las prendas suntuosas que vestía
conquistarlo. De noche arrojaba
las copas que con pena ella bebía.
En vano se esmeraba y preguntaba
a las criadas si aquella horquilla
la hacía bella. Más con qué deseo
la boca de su amado besaría.
Maldecía y lloraba. En el palacio
tocando su piano se moría.


Delfina Acosta

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