martes, 23 de diciembre de 2014

LOS TRES NIVELES DE LA NAVIDAD

























Primeramente, encontramos el Nivel de Santa Claus, 
que está 
representado por el árbol de Navidad, los deseos secretos 
por un regalo en particular, paquetes con envoltorios multicolores, 
música navideña, luces, rica comida y decoraciones especiales en nuestros hogares. Centros comerciales especialmente decorados 
con grandes árboles. santas tomándose fotos con los niños, niños 
entusiasmados y padres cansados pero llenos de amor. Es un tiempo 
de calidez especial, de preocuparse y de dar a los demás. Es el nivel 
donde comemos más de lo que es prudente, muchas veces gastamos demasiado y hacemos muchas cosas, disfrutando cada minuto. 
A muchos nos encanta el nivel navideño de Santa Claus. 

Luego nos encontramos con el Nivel de la Noche de Paz. 
Este es 
un nivel superior, más hermoso, en el que cantamos y escuchamos 
villancicos, así como la hermosa historia de: "Y aconteció en aquellos 
días que salió un edicto de parte de Augusto Cesar..." (Lucas 2:1,6,46). 
Es el nivel del mesón sin un lugar para José y María, del sagrado 
y silencioso momento en un oscuro establo cuando el Hijo de Dios 
vino a la tierra. Pastores en los empinados cerros cerca de Belén, 
ángeles con sus buenas nuevas, una nueva estrella en el oriente, 
reyes magos viajando grandes distancias en búsqueda del rey 
de los judíos. Hermoso y significativo. Sin este sagrado segundo 
nivel de Navidad seríamos infinitamente más pobres, más pequeños.
El problema es que estos dos niveles no permanecen, no duran.
Un par de semanas en el primer nivel es alrededor de todo 
lo que 
podríamos aguantar. Es demasiado intenso. La velas se apagan, 
los atractivos envoltorios se van en la basura, las hermosas 
decoraciones se retiran y se guardan, los juguetes se rompen. 
Las fiestas pasan y comienzan las dietas. Pero el solitario y el 
hambriento aún están entre nosotros, quizás más solitarios 
y hambrientos que antes. Quizás más de de una cansada mamá, 
al limpiar y retirar las decoraciones, concluya: "Qué bueno que 
ya pasó la Navidad". Aún el segundo nivel, el nivel del Niño Jesús, 
no permanece. ¿Cuántas veces en el año cantamos "Noche de Paz, 
Noche de Amor"? Los ángeles y la estrella y los pastores, aun el 
silencioso y sagrado misterio de la noche sagrada en sí misma 
no pueden satisfacer por mucho tiempo las necesidades básicas 
de la humanidad. Quién mantiene a Cristo sólo en el pesebre, 
al final, estará decepcionado y vacío.

Finalmente, llegamos al Nivel de Cristo Adulto. Para que la Navidad 
dure, permanezca todo el año, para que crezca en belleza, significado 
y propósito, para que tenga el poder de cambiar vidas, debemos 
celebrarla en un nivel superior a los otros dos. Es en este nivel 
-no como un niño- que nuestro Salvador trae sus dones de gozo 
duradero, paz duradera, esperanza duradera. Fue el Cristo adulto 
quien alcanzó y tocó lo intocable, quien amó lo despreciado, quien 
así nos amo a todos que aún en Su agonía en la cruz pidió perdón 
por sus enemigos.
Ese es el Cristo, creador de mundos sin número, quien lloró porque 
tantos de nosotros no tenemos amor los unos por los otros. Él es 
quien voluntariamente dio Su vida por todos nosotros, incluyendo 
aquellos por quienes Él lloró. Él es quien tuvo un rol clave en el Plan 
de Salvación, quien aceptó el Plan de Redención del Padre y se sometió 
a Su voluntad diciendo: "...Padre, hágase tu voluntad, y sea tuya 
la gloria para siempre" (Moíses 4:2).
Él es el Cristo predicho por siglos por profetas:"Porque un niño nos es 
nacido, hijo nos es dado; y el principado estará sobre su hombro; 
y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz" (Isaías 9:6).
Él es quien trae vida a todos los hombres"porque así como en Adán 
todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados" (corintios 
15:22). Sí, Él fue y es maravilloso, el gran Consejero, el poderoso Dios, dispuesto a sacrificar Su vida para que podamos vivir si tan solo estamos dispuestos a aceptarle como nuestro Salvador. Él es el Padre Eterno, 
el Príncipe de Paz.

Este es el Cristo, el Cristo adulto, quien nos dio el ejemplo perfecto 
y nos pidió que lo siguiéramos. Este es el Jesucristo cuyo nacimiento 
estamos celebrando y quien nos pidió:"si me amáis, guardad mis mandamientos" (Juan 14:15).
Él también nos dijo "Un nuevo mandamiento nuevo os doy: Que os 
améis unos a otros; como yo os he amado, " Juan 13:34). 
La aceptación de esa invitación -de guardar sus Mandamientos 
y de amarnos los unos a los otros- es la manera, la única manera 
de celebrar Navidad durante todo el año y así disfrutar del amor 
del Padre en su plenitud a lo largo de toda nuestra vida.

Feliz Navidad amigos todos les desea su eterno Servidor
Juan Farfán Élder SUD Antofagasta Chile 23-12-2014.
Jorge F, Ceballos Autoridad Setenta SUD.

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