jueves, 2 de octubre de 2014

HUMANIDAD






De pronto yo me vuelvo así muy triste


y ni siquiera tú consigues darme

la risa que aligere mis sentidos.

Es que el mundo me duele en esta hora.

Ay tamaño suplicio el estar viva

y llevar la fragancia de una rosa

para el mal de los hombres y la vida.

Yo me sé delicada y temerosa.

Se me suben los versos por los huesos,

pero no, no es su hora todavía.

Me duele tanto el mundo, el latido,

la efímera sustancia de las cosas.

Y ni siquiera tú consigues darme

la risa que aligere mis sentidos.

Yo no quiero estar triste. Es el hombre.

Y es la humanidad sin patria alguna.



Delfina Acosta

Derechos Reservados de autor (c)

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