jueves, 8 de agosto de 2013

CUANDO YO ME VAYA



Cuando yo me vaya, no quiero que llores, 
quédate en silencio, sin decir palabras, 
y vive recuerdos, reconforta el alma.
Cuando yo me duerma, respeta mi sueño, 
por algo me duermo; por algo me he ido.
Si sientes mi ausencia, no pronuncies nada, 
y casi en el aire, con paso muy fino, 
búscame en mi casa, búscame en mis libros, 
búscame en mis cartas, y entre los papeles 
que he escrito apurado.

Ponte mis camisas, mi sweater, mi saco 
y puedes usar todos mis zapatos. Te presto 
mi cuarto, mi almohada, mi cama, y cuando 
haga frío, ponte mis bufandas.

Te puedes comer todo el chocolate y beberte 
el vino que dejé guardado. Escucha ese tema 
que a mí me gustaba, usa mi perfume 
y riega mis plantas.

Si tapan mi cuerpo, no me tengas lástima, 
corre hacia el espacio, libera tu alma, 
palpa la poesía, la música, el canto y deja 
que el viento juegue con tu cara. Besa bien 
la tierra, toma toda el agua y aprende 
el idioma vivo de los pájaros.

Si me extrañas mucho, disimula el acto, 
búscame en los niños, el café, la radio 
y en el sitio ése donde me ocultaba.
No pronuncies nunca la palabra muerte. 
A veces es más triste vivir olvidado 
que morir mil veces y ser recordado.

Cuando yo me duerma, no me lleves flores 
a una tumba amarga, grita con la fuerza 
de toda tu entraña que el mundo está 
vivo y sigue su marcha.

La llama encendida no se va a apagar 
por el simple hecho de que no esté más.

Los hombres que “viven” no se mueren nunca, 
se duermen de a ratos, de a ratos pequeños, 
y el sueño infinito es sólo una excusa.

Cuando yo me vaya, extiende tu mano, 
y estarás conmigo sellada en contacto, 
y aunque no me veas, y aunque no me palpes, 
sabrás que por siempre estaré a tu lado.

Entonces, un día, sonriente y vibrante, 
sabrás que volví para no marcharme.

(desconozco su autor)

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