viernes, 11 de mayo de 2018

MAMÁ, TÚ NO CUMPLES AÑOS, CUMPLES SUEÑOS

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Llevas más de medio siglo
a las espaldas
pero en tus ojos,
algunos días,
a media tarde,
cuando el reloj hace sombra
con tu libro y el café,
se te inundan los ojos de primaveras
y por un momento parece
que vuelves a estar en tu habitación de niña,
que los rizos te sacuden los hombros
mientras conquistas algún columpio
y los parques y los libros y la merienda
se convierten en tus mejores aliados.

Llevas a la espalda también
varios cuerpos llenos de amor.
Uno se enamoró de ti
como un loco poeta
y dejó de mirar a la luna
cada vez que tú abrías los ojos
-aún se le puede ver de noche
con la ventana abierta
mirando tu cara dormida-.

Otras
salieron de ti
como salen los milagros,
apretando fuerte los puños
y cerrando los ojos,
mientras tú abrías esas alas
que no te caben en el pecho,
y te amaron
-te aman-
incluso cuando vuelan lejos
de tus brazos
porque tú les enseñaste a vivir.

Una de ellas
es la belleza hecha carne,
cómo no serlo si lleva tu cara
y tus andares
y esa mirada tan vuestra
que oculta tanto misterio
que hasta los ciegos os quieren leer.

Otra
se sigue escondiendo detrás de tus piernas
cada vez que sale a la calle,
busca tus dedos entre su pelo
porque solo tú
le llenas el cabello de tanta ternura
que sólo hay paz en su cabeza,
hunde la nariz en tu abrazo
para tenerte
cuando no estés en la habitación de al lado,
llora cuando le explota el pecho izquierdo
pero se le pasa al tercer latido
porque sabe
que tú
sigues
ahí,
que eres su casa,
y que no hay mejor lugar
que tú.

Lo que quiero decir,
mamá,
es que mientras tú cumples años
los demás cumplimos sueños contigo.

Verte reír
es un atentado contra las lágrimas;
verte vivir
es saber que ninguna guerra
llegará a nuestras trincheras;
verte,
en definitiva,
es aprender el amor
y la vida.

No dejes de cumplir años,
no dejes de cumplirnos,
no dejes de vivir.
No te vayas nunca,
mamá.

__Elvira Sastre

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