martes, 29 de agosto de 2017

CORTESANA.


Te derrumbas, cortesana,
entre los brazos del aire,
rescindiendo aquel donaire
que te hiciera tan cercana.
Apartada, tan lejana
como el sol tras una nube,
siempre baja lo que sube
con suma moderación,
derrumbando la ocasión,
donde, en tu guerra, te tuve.

Tu lamento no es oído,
cuando tus gritos no luchan,
los señoritos no escuchan
tu lenguaje incomprendido.
Tu pecado es tan temido
que los bueyes se han parado
y las flores se han secado;
se confundieron los vientos,
se fundieron sentimientos
y el sol se cambió de lado...

… Y, abajo, sobre la arena,
abandonada a tu suerte,
en compaña de la muerte,
sólo te resta una pena.
Es precisa tu condena,
has perdido tu lugar,
no tienes ya donde estar
y te meces temblorosa,
cuidando de estar hermosa,
entre las algas del mar.

(Julio G. del Río, Valencia, España, 22-VIII-17)

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