miércoles, 4 de noviembre de 2015

HOJAS QUE ARDEN...





Hojas que arden, escritas sin fin,
azar de llamas llevan mi sentir.
Paraíso de una flor que se secó;
sol del atardecer que al agua pintó.

Cielo rojo apagando inmensidad
donde mis ojos se pierden… sin volver.
Cáscara de mi mundo en soledad;
exilio del silencio tapó mi ser.

Voy a dejar de escribir… quede sin luz.
Mi suerte voló sobre el calmo mar,
quizá, mi voz, alguien escuche en el sur.
Montaña; nieve; arrayanes son mi altar.

No hay estrellas ni luna, negro total,
tengo el pensamiento en libertad.
Estoy solo y no estás, la noche vendrá;
mi alma se escondió, hoy la veo llorar.

Mundo ancho sin control, perdió su moral;
la brisa fría me desnudo este dolor.
Niño llora en algún rincón… un lugar,
qué tremenda hora… ha muerto el amor.

Hojas que arden, escritas sin fin,
azar de llamas llevan mi sentir.
Paraíso de una flor que se secó;
sol del atardecer que al agua pintó.

Cielo rojo apagando inmensidad
donde mis ojos se pierden… sin volver.
Cáscara de mi mundo en soledad;
exilio del silencio tapó mi ser.

Voy a dejar de escribir… quede sin luz.
Mi suerte voló sobre el calmo mar,
quizá, mi voz, alguien escuche en el sur.
Montaña; nieve; arrayanes son mi altar.

No hay estrellas ni luna, negro total,
tengo el pensamiento en libertad.
Estoy solo y no estás, la noche vendrá;
mi alma se escondió, hoy la veo llorar.

Mundo ancho sin control, perdió su moral;
la brisa fría me desnudo este dolor.
Niño llora en algún rincón… un lugar,
qué tremenda hora… ha muerto el amor.



Del libro: ”Lápiz de carbón”

raúl ignacio Lario de Argentina
D. Reservados

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