¿A quién le abro las piernas?
¿Al que anhela mi gemidos?
¿Al que busca un pasatiempo?
¿O al que promete amor sin fronteras?
Ellos mienten con sus lisonjas
para obtener lo que sueñan,
o son claros y sólo quieren follar.
¿Creer en una mentira a medias,
o alabar la sinvergüenza honestidad?
Agotada me siento;
ha sido una larga espera
por hallar al “hombre ideal".
Han pasado los años
y descubrí la estupidez
que escondía mi paciencia,
el candor en la cual
resisto mi virginidad.
¿Acostarme con cualquiera?
¡Seré una puta!
¿Esperar como recluida princesa?
¡Me quedaré sola!
Esta es la problemática
de quién pone la pureza
en un inmerecido pedestal.
El romance, el santo grial
de las mujeres de sociedad.
El sexo, el pecado
que soñamos tocar...
¡Malditas sean
estas ganas de pecar!
Jonathan Haller
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