Quiero vivir cada minuto de vida que me queda,
de manera intencionada, sin darle tanto margen
de maniobra a la inercia, sin darle tanto poder
a mis miedos que me paralizan para robarme
las oportunidades y las alegrías.
Quiero desprenderme de la basura tóxica
en mi mente que me llena de dolor robándome
mis preciosas energías o peor, me hace repetir
muchas veces amarguras ya vividas, haciéndome
caer una y otra vez en el mismo error de no confiar
en mis instintos.
Quiero vivir libre de las medidas del tiempo
que me cuentan cuanto ya he vivido o cuánto
me falta por vivir, porque quiero vivir ahora,
solo un minuto a la vez y hacer de cada minuto
una nueva oportunidad para hacer lo que no hice
o para llegar a ser lo que no fui
Quiero vivir dándole oportunidades al amor,
creyendo que es posible amar y ser amado libremente,
sin agendas, sin miedo, sin reproches, sin lamentos,
solidariamente disfrutando de todos los regalos
que nos da el cuerpo y el alma.
Y quiero que cuando llegue el momento en que
mis fuerzas decaigan, cuando mi mente ya no sea
tan lúcida y en mi cuerpo ya hayan signos evidentes
de mucha vida transcurrida, que quede marcada
una sonrisa en mi rostro agradecido, por haber vivido
con ahínco, para amar la vida.
Hector Jojot.
Quiero desprenderme de la basura tóxica
en mi mente que me llena de dolor robándome
mis preciosas energías o peor, me hace repetir
muchas veces amarguras ya vividas, haciéndome
caer una y otra vez en el mismo error de no confiar
en mis instintos.
Quiero vivir libre de las medidas del tiempo
que me cuentan cuanto ya he vivido o cuánto
me falta por vivir, porque quiero vivir ahora,
solo un minuto a la vez y hacer de cada minuto
una nueva oportunidad para hacer lo que no hice
o para llegar a ser lo que no fui
Quiero vivir dándole oportunidades al amor,
creyendo que es posible amar y ser amado libremente,
sin agendas, sin miedo, sin reproches, sin lamentos,
solidariamente disfrutando de todos los regalos
que nos da el cuerpo y el alma.
Y quiero que cuando llegue el momento en que
mis fuerzas decaigan, cuando mi mente ya no sea
tan lúcida y en mi cuerpo ya hayan signos evidentes
de mucha vida transcurrida, que quede marcada
una sonrisa en mi rostro agradecido, por haber vivido
con ahínco, para amar la vida.
Hector Jojot.
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