Yo te negué, amor.
No creí en tu existencia.
Casi prefería, amor,
que no existieras.
Cuando vi que con tu nombre
me mostraban un cínico esqueleto,
yo te negué, amor.
Me preguntaba si eras
invento de poetas,
espejismo de mentes afiebradas,
sarampión de estudiantes.
Y si todos,
por un extraño acuerdo,
fingían tu existencia.
Creí, amor, que en los libros
nacías y morías.
Te vestí de mamotreto y
te puse disfraz carnavalesco.
Entonces yo no te merecía.
Pero años de sufrir y sufrir
calladamente convirtieron mi terca
altanería en una flor de seda.
Y cuando pensé que
no debía esperar nada
y vine a luchar por una luz
más alta que aquella que
mi sola soledad me mostraba,
te encuentro, amor, encuentro
tu regazo, tu casa de ternura,
tu lámpara encantada. Y hoy sí.
Hoy sé que existes.
Carmen Soler
Foto: Paula Rosenfeld,
nieta de Carmen Soler, en "Alondra"
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