Estás sola en la playa,
bienamada,
y tu cuerpo acariciado por los vientos
recuerda la espuma sollozante.
Estás sola, mas en tu soledad
virgíneos te rodean los sueños,
y esa arquitectura tentadora del mar
nimbando olas tal cuerpos poseídos.
Sueñas, mas los sueño, amor mío
son los arcos del amor,
y después en el recuerdo
sólo habrá un perfume a labio pensativo,
un sabor a planeta yacente y tembloroso,
como la lluvia, suave,
como el silencio, dulce,
como el olvido, absoluto.
Alfonso Calderón
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