Y decirle adiós,
como si la vajilla estuviera nueva
mirándola en la repisa de la cocina,
y no quisiera cambiar de manos,
ni de acabar de despostillarse
mientras se acaba la hermosa canción
que se escucha imprevisible
a través de la estación
como burla sin bailarla como antaño.
Mirar, buscando algo, quizá
alguna servilleta que como al descuido
indicara una sensación que despertara
para levantarla. Nada, solo queda
un espacio que aminora el golpe
versado mientras se dejan atrás
los estereotipos en los que te han
encasillado. Las miradas al viento
son versos viajeros que llegan
entre letras y arrastran sin dar vuelta...
Rouss.
Derechos Reservados
27/03/2015
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