Pasarán los días tristes de mis poemas vacíos.
Y quedarán tus manos, escribiendo versos con los míos.
Pasarán las caídas tontas en los mares...
Y quedará tu voz, como agua y como aire.
Pasarán las lluvias en ciudades extintas.
Y quedaremos los dos, los únicos seres con una sonrisa.
Pasará el silencio de una llamada inesperada.
Y quedará el cuento de tus labios por mi almohada.
Pasarán los días sin verte a mi lado...
Y quedará el aroma de tu piel por mis labios.
Pasarán las cartas sin remitentes en el camino.
Y quedarán las voces de primavera en nuestro destino.
Pasarán las canciones cortas de amor...
Y quedarán las odas que hice para ti, con el corazón.
Pasarán las noches de un terrible insomnio.
Y quedaré dormido, tendido en tus encantadores ojos.
Pasarán los jardines muertos por el frío...
Y quedarán los lirios, las violetas, y tus labios conmigo.
Pasarán las distancias entre nuestros dedos.
Y quedarán los nudos que nos atan a lo eterno.
Pasarán los cuentos y sus moralejas...
Y quedarán nuestros días convertidos en poemas.
Pasarán las personas necias que no creen en el amor.
Y quedaremos tú y yo, predicando con tu voz.
Pasarán las semanas en las que solo hablamos de nada...
Y quedaremos con un café, intercambiando miradas.
Pasarán las mañanas, las tardes y las noches sin ti...
Y quedará un vida contigo, y un beso para dormir.
Pasarán esos detalles que borran los momentos.
Y quedarán los susurros en nuestros besos.
Pasarán las tibias tardes a orillas del mar...
Y quedaré en tus manos, entre caricias y más.
Pasarán los malditos relojes que nos obligan a despedirnos.
Y quedaremos en casa, compartiendo el mismo abrigo.
Y pasarán, amorcito, los versos que nunca te escrito...
Y quedaré para ti, para siempre escribir contigo.
LEONARDO 16
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