¡Qué costumbre la mía
de estar pensando en ti
a todas horas del día!
Eres como una adicción
que no puedo desarraigar
de mi mente; de mi sangre;
de mi boca; de mi piel,
por más que quiera intentar.
Me extasías el deseo;
me intoxicas el buen juicio;
me atrofias la voluntad...
¡Me lanzaste a la perdición
al convertirte en mi vicio!
Me ha invadido tu veneno
y no hay antídoto efectivo
que sanee mis arenas,
para que no sea tu esencia
lo único que exijo, bebo y vivo.
¡Qué costumbre la mía
de vivirte cada segundo
como mi única utopía!
Alibut Sarabia
Imagen de la red.
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