La luna abrió un ventanal
entre nubes de seda y algodón,
para acompañar desde el etéreo,
la inquietud de nuestro pecho,
el escalofrío de nuestra piel
y el regocijo de nuestro corazón...
Y nos eternizó, haciéndonos verso
en el alma ígnea, de complicidad
refulgente de cada constelación...
Ahora somos un poema de amor;
y ahí palpitaremos sin cesar
embelleciendo la sábana celeste,
cada noche, en cada estación...
¡Buenas noches!
Alibut Sarabia
Imagen de la red.
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