sábado, 29 de octubre de 2016

EL DÍA QUE YO ME VAYA




















Cuando el Universo me abandone
Y el viento desgaste mis manos
Y abrevie mis pasos
Cuando el sol esté ausente del cielo
Y no me alcancen el día
Cuando el mundo no me proteja del vacío
Cuando todo se aleje y se confunda en la nada
Cuando en la noche se refleje mi antigua duda
Y ya no vea en ella mis ojos
Entonces cambiaré mi torpe cuerpo
Por las alas con las que entraré
En la mañana del despertar eterno
Más allá de los sucesos momentáneos
Extasiado por las sutiles y vagas nubes
Donde se repetirá la tenue luz que es la vida
Aquí sabré de misterio entero
Para poder escribir por fin el poema
Porque eso es la vida
Un constante tejer y destejer de vagas sombras
Sin más sentir que la belleza

Las viejas lunas de oriente
Y las campanas de Lorca
La llamarada de Whitman
Y la belga de Mallorca
El amado sol que enciende toda la vida
Esa fiesta permanente por la que mi alma camina
El espíritu extasiado y la gloria de los días
La salud de Dinamarca y en encanto de Turquía
Una idea que armoniza con tantas otras ideas
Dos hermanos en Tandil, un abuelo en Galilea
Una madre que me espera y un padre que no conozco
Nueva York cuando la nieve y México cuando Orozco

Una milonga sureña, un par de botas tejanas
Una esperanza infinita y una flor en la ventana
Una canción inconclusa y un jorongo mejicano
Amores en todo el mundo y nada preso en la mano
Un amigo en el desierto y un maestro en la montaña
La libertad más hermosa y la idea más extraña
Esas cosas dejaré el día que yo me vaya
Querida perdóname si a ti no te dejo nada

La cerveza en Holanda, un pintor en Salamanca
Una hoguera junto al Nilo, un poema en Casablanca
Una pregunta en el aire, y una respuesta en el alma
Las noches en el Mar Rojo y los veranos de España
La voluntad y el delirio, una vieja gorra griega
Un turbante del Neguev, dos máscaras, una quena
Esas cosas dejaré el día que yo me vaya
Querida perdóname si a ti no te dejo nada

La lluvia sobre Marruecos, en el bolso pan y queso
Y la Biblia liberando a mis sueños y a mis huesos
La locura satisfecha y la conciencia tranquila
Los temores que perdí en París o Alejandría
Amo y señor de mí mismo, sin bandera y sin espada
Al viento devolveré las maravillas prestadas
Las alegrías de ser y hacer lo que uno ama
Querida perdóname si a ti no te dejo nada

(Facundo Cabral)

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