Y es con la luna amiga de los luceros
que dormimos a nuestros niños.
Cuando es para las madres
algo como un mundo nuevo.
Y en la orilla de los crepúsculos,
Y en la orilla de los crepúsculos,
les traemos al corazón,
temerosa de que se rompa,
aquella cosita hermosa
temerosa de que se rompa,
aquella cosita hermosa
que nos ha venido del Cielo.
Dulce y alegre es la sonrisa de un niño.
Gondoleros de nuestra alma.
Llevándonos siempre por infinitos senderos.
El viento arrastra mi pensamiento,
Dulce y alegre es la sonrisa de un niño.
Gondoleros de nuestra alma.
Llevándonos siempre por infinitos senderos.
El viento arrastra mi pensamiento,
hacia el niño solitario,
jugando con su propia sombra olvidado
jugando con su propia sombra olvidado
en la penumbra del sueño.
Viviendo bajo las olas del viento.
Como rama desterrada
Viviendo bajo las olas del viento.
Como rama desterrada
desde la vena de un lirio.
Buscando brumas humanas,
Buscando brumas humanas,
recostado en tierra dura,
con las estrellas por manto sin el surco
con las estrellas por manto sin el surco
humano de recibir el primer beso,
regreso a la cuna donde duerme
regreso a la cuna donde duerme
mi nieto y le estrecho fuertemente
como si en ellos sintiera que los niños
como si en ellos sintiera que los niños
olvidados, están bajo mis brazos.
Eternamente arropados.
__Olga González de Servando
Eternamente arropados.
__Olga González de Servando
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