Fue casi una muchacha, que surgió
de esa dicha unitaria del cántico y la lira,
y refulgiendo clara, a través de sus velos
primaverales, se hizo un tálamo en mi oído.
Y en mí se durmió. Y todo fue su sueño.
Los árboles que siempre la admiraron, aquellas
lejanas letanías, las sentidas lontananzas
y todo pasmo que le sorprendía.
Dormía al mundo. ¡Oh, dios cantor! ¿De qué manera
las has hecho que no exigió
despertar. Amaneció y se durmió.
¿Dónde está su muerte? ¿Inventarán aún
este tema, antes que se consuma tu canto?
Desde mí, ¿dónde huye...? Era casi una muchacha...
Rainer M. Rilke
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