...Una copa y otra y otra;
¿qué más podía hacer?
Así, a veces lograba que
los días pasaran más rápido;
porque la agonía dantesca
de no saber dónde estaba él
los prolongaba demasiado,
pero a la vez pensaba
¿Cómo iba a saber dónde
estaba su amor eterno,
si ni siquiera era capaz
de discernir dónde estaba ella?
Su identidad, su estabilidad
y su paz se habían ido tras él
y la habían dejado como un indigente,
como un ente enloquecido y perdido
¡Y cómo lo culpaba de su dolor
y de su desgracia! ¡Pobre tonta,
tapando el sol con un dedo!
¿Es que acaso haberse enamorado
de él como la más estúpida,
la cegaba a la realidad? ¿Y si esa
identidad, esa estabilidad y esa paz
fueron un espejismo fugaz?
¿Se puede reconstruir un alma
en pedazos? ¿Cómo lo pudo hacer él
con unas palabras o con unos
momentos efímeros? ¿Y si su historia
había sido sólo un sueño o quizá
una burda pesadilla? ¿Y si en su soledad
rapaz, todo lo había imaginado...?
¡Sus labios se resecaban de tantas
preguntas y nunca encontraba
respuestas! Desde hacía ya
mucho tiempo, el lazo de su pelo
había emigrado y el carmín
de sus labios estaba extinto,
no así el aroma a whisky.
A veces pensaba que era
sólo la locura la que inventaba
todos esos recuerdos que la
roían por dentro... Y con su pelo
desordenado, con su piel
desprovista de atavío y con sus
manos ataviadas de una copa,
esperaba... ¿A quién esperaba?
A nadie... ¿Qué esperaba? Nada...
ya no esperaba nada...
Alibut Sarabia
Alibut Sarabia
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