A veces ella se encierra en sí misma
para llorar en ensordecedor silencio
y recordar ese amor secreto
que le dio ilusiones, sueños y vida...
Y lo llama, lo reclama y lo abraza
aun sabiendo que es prohibido.
Se nutre con su aroma y su voz,
y en el fontanal de su intangibilidad
refresca y sacia su celo encendido...
Nadie ha visto su líquido dolor;
la negrura seca su espesa ansiedad;
la felicidad clausura sus oídos
y cierra sus apáticos párpados,
indiferente a su yugo en soledad...
A veces ella trepa hasta el infinito
para besar ese amor clandestino;
para robar una gota de su savia;
para ser la ondina de sus rimas
y camuflarse un segundo en su destino...
A veces ella huye de la realidad
para sentirlo, amándolo sin límite;
para sentir que en su nítida mirada
es la única mujer... ¡Su única verdad!
A veces ella se borra del mundo
para robar estíos y primaveras
que le eclosionen algo de inspiración.
Y le escribe una oda, un madrigal;
una elegía, una soletrilla, un soneto,
y las líneas de una triste canción...
Rimas, prosas declamadas con fervor
¡Versos locos sin dirección!
Entonces se da cuenta que es eterno
en su deseo, en sus labios, en su dolor,
en su piel, en su silencio, en su pasión...
¡En cada paso, en cada pensamiento!
¡En cada tic tac que sangra el tiempo!
¡En cada latido, en cada respiro,
es dueño de su alma y de su corazón!
Alibut Sarabia
Imagen de la red.
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