Amor... ¡Ay amor!
¿Es que nunca voy a entender?
¡Sí, de nuevo, amor!
¡Sí, de nuevo, amor!
¿Sabes por qué no dejo de escribirte?
¡Porque sé que nunca me vas a leer!
Sigo sangrando... Te sigo sangrando...
¡Porque sé que nunca me vas a leer!
Sigo sangrando... Te sigo sangrando...
Mi sangre es la tinta que te sigue versando...
La humedad de mi cuerpo, es la voz de mi alma
y de mi pasión, que en un grito que no quiere terminar,
te sigue llamando... Los latidos de mi corazón,
son las llamaradas que me calcinan en tu recuerdo,
para seguirte respirando... ¡Y esta ausencia de ti,
es la espada en la roca de este necio amor
que al hojear los días, me sigue matando...!
¿Y quién la puede sacar? ¡Sólo tú!
¡Sólo tú la sacarías si vinieras a mí!
¿Pero cómo? ¡Nunca sabrás que aquí te sigo
y te seguiré esperando...!
¡Ay amor! Se me acaba la voz diciéndote así
¡Ay amor! Se me acaba la voz diciéndote así
y se me clava una estaca en la garganta
y una más en el pecho, al saber que tu amor
nunca ha estado ni estará destinado para mí...
Pero ¿sabes? Hay algo que nunca va a cambiar:
Pero ¿sabes? Hay algo que nunca va a cambiar:
Tú seguirás siendo mi amor... ¡Tan posible
y tan imposible! ¡Tan real y tan secreto!
Tan mío, aunque no estés conmigo;
tan vivo en mis entrañas y tan fielmente aferrado,
aunque la distancia y la realidad te hagan inasible;
porque este amor que te he entregado
es como un... Es como si... Es tan...
¡Ni yo lo puedo describir!
Y dicen que si no se puede explicar,
Y dicen que si no se puede explicar,
entonces es amor de verdad...
¿Será verdad? ¿Será eso posible?
No lo sé, pero este amor que tengo para darte
¿Será verdad? ¿Será eso posible?
No lo sé, pero este amor que tengo para darte
(aunque no lo quieras) es inefable... Es indescriptible...
Sólo sé que no puedo sacarte de mí aunque lo intente;
Sólo sé que no puedo sacarte de mí aunque lo intente;
sé que te vivo a cada momento, estés donde estés;
sé que en cada estación, hay un Abril que me trae
tus ojos, tu sonrisa y el roce de tus labios
sobre mi áspera y helada tez; porque ya sabes amor,
desde que te conocí, no sé si mi mundo se quedó
al derecho o se quedó al revés, pero ¿qué puedo hacer?
¡Aunque me duelas a morir soy feliz recordándote!
Y mientras haya tinta y papel, aquí estaré,
escribiéndote aunque no me leas; amándote
aunque no lo sepas; imaginándote, deseándote
y soñando que quizá... Hasta luego amor...
¡Hasta la próxima vez!...
Alibut Sarabia
Imagen de la red.
Alibut Sarabia
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