La libertad siempre estuvo allí, la libertad
siempre nos ha pertenecido, sólo hemos
estado durante tanto tiempo aferrados a
ideas preconcebidas, a pensamientos a
los cuales les habíamos dado tanta fuerza
que nos los habíamos creído, nos habíamos
perdido de hacer cuerpo nuestro poder,
nos habíamos perdido de nosotros mismos.
Habíamos dejado de conectar con nuestra
voluntad para crear un nuevo camino, para
ver la posibilidad en la limitación, para percibir
todo lo que sí podíamos, habíamos dejado
de ver la luz por la necesidad impetuosa de
nuestra alma de atravesar la oscuridad para
lograr un equilibrio, para honrar y amar lo que
siempre estuvo allí. Nos habíamos quedado
dando círculos, manteniéndonos en un lugar
punzantemente cómodo, en un lugar
dolorosamente conocido, dejando que pasara
el tiempo sin abrirnos a vivir nuevas experiencias,
nuevas formas de encarnar el amor, pero
la verdad es que no ha sido tiempo perdido,
todo cuanto hemos vivido ha sido vital para
nuestra transformación, teníamos que
permanecer en el mismo lugar hasta que
todo perdiera sentido, hasta verdaderamente
agotarnos, hasta realmente darnos cuenta
que siempre fuimos nosotros quienes obstruimos
nuestro propio camino, el camino hacia
nuestra propia liberación.
El amor siempre estuvo allí, sólo teníamos
que rendirnos completamente a él, sólo
teníamos que dejar que las máscaras que
durante tanto tiempo llevamos se hicieran
añicos, y desde un lugar pleno y vulnerable
abrirnos nuevamente al amor. Siempre hemos
merecido ser profundamente amados, y el amor
en esta experiencia humana sólo tiene sentido
al hacerlo cuerpo, al pasar a la acción.
-Nuevo Año.
Vanessa Ferrer Matos
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