Ya a tiempo
De torcer el camino, te propongo
- con el corazón en la mano -
Un testamento, sin pliego ni testigos
No tengo
- como sabrás - extensos beneficios.
Apenas la mesa basta y el pan
Honrado que hemos compartido.
Sólo te dejo mi nombre,
Como parcela abierta a remover
Para los hijos de tus hijos.
Quiero abrirte de par en par
Las ventanas a Dios.
Porque es ciega la noche
Que se cierra a sus pasos benditos.
Camina a su lado siempre.
Una y otra vez
Vuelca los ojos al cielo. Cuando más oscuro
Te sea todo y sientas tu soledad como castigo.
Si supieras qué dulce
y serena paz te desborda
Cuando El está contigo.
Te dejo como herencia
Unos pocos amigos,
Que son después de ti, lo mejor
Que pude haber tenido.
No los cambies por nada.
Andando el tiempo
Podrás añadir otros, apartando la cizaña del trigo.
Atesora, entre tanto,
Lo que los años te traigan
Como bien más preciado.
En esto, da igual:
Tus aciertos y errores
-lo bueno y lo malo.-
Mira siempre de frente
A los demás.
Y sé tú misma,
Aunque por ello te pongan a un lado.
A mi me tendrás muy cerca.
Acaso mucho más cuando al fin te haya dejado.
Muy luego -como quien dice-,
A la vuelta de la esquina-
Nos volveremos a ver.
Y estaremos juntos
Ya por toda la vida
__Ramiro Domínguez
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