Tengo un cariño que ocultaba en mi mente,
que guardaba en el fondo de mi alma
y ahora se está sublevando,
se está mostrando abiertamente,
¡está gritando!
Está llamando a quien ama.
Este obstinado cariño…
La sigue, la busca, la acecha,
hechizado por su sonrisa bella,
perfecta, eterna…
Por sus ojos de cielo despejado,
hermosos y brillantes
como luceros.
Y aunque esa sonrisa tenga dueño,
y esos ojos ya estén enamorados;
no me diga que no se ha percatado,
que no se ha dado cuenta,
que de mi cariño desprejuiciado,
usted se ha convertido en la dueña.
Y no importa que su amor
a este cariño no corresponda;
que no lo sienta, que no lo quiera.
Porque voy a apoderarme de las estrellas;
voy a tomarme la luna, voy a poseerla…
Así, cada vez que usted la observe,
le lanzaré un beso desde ella.
Jacob Neruda Unamuno
Derechos reservados
Chile
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