Te ofrecí mi pañuelo sin dudar,
al encontrarte llorando de pena,
estabas desamparada, en un banco,
a mi andar de paseos nocturnos.
¡No lo se! porque al mirarte,
me llamó tanto desconsuelo,
fui acercándome lento a darte,
una pequeña muestra de aliento.
Y al limpiarte, un poco, las lágrimas,
de tu rostro tan tierno y delicado,
sentí un deseo profundo de consolar,
que existen las esperanzas, si les das tiempo.
No soy como un valiente caballero,
que viene a salvar a su dama...
la soledad me ha golpeado siempre,
¡que yo se! de amores y sus hechos.
De pronto... te levantaste y corriste,
ya sin poder, preguntarte ni el nombre,
aunque sabía, que no era el momento,
oportuno de un digno conocimiento.
¡Pasa el tiempo! fantaseo en la químera,
de verte, renovada, en la primavera del parque,
¡quien sabe! me devuelvas el pañuelo
y ojalá... sonrías en mi presencia.
Autor=Oren Ben Abraham
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