
A ti, mujer desconocida...
Tal vez nunca sepa tu nombre; lo más seguro es que jamás
sepa quién eres ni tú sepas quién es ésta entrometida. No sé
si ya lo conozcas, si seas su amiga o de algún modo, ya seas
parte de su vida... Sólo quiero suplicarte que lo cuides, que
lo consientas, que lo mimes, que lo apoyes, que lo entiendas
y sobre todo, que lo ames sin medida. Él es un hombre único
y muy especial; su vida no ha sido nada fácil, pero es alguien
que ha luchado y, contra la adversidad, siempre ha sabido ser
fuerte aun con herida, dolor y sal. No te extrañe que algunas
veces se sienta un niño temeroso y desconfiado; sólo abrázalo
fuerte, besa su frente, sus ojos y dile que todo va a estar bien,
que no esté angustiado; luego guarda silencio y pronto se
quedará dormido sobre tu pecho, y lo vuelves a besar, eso
siempre le ha gustado... También es común que quiera su
espacio; él ama su intimidad; es un bohemio loco que necesita
tiempo para sí ¡Y por nada deja su soledad! Suele apartarse
con su nostalgia y su melancolía para escribir poemas e historias;
¡No lo interrumpas! Porque en cada verso te regalará la eternidad.
Otras veces se comporta muy serio, muy áspero y no habla
demasiado; otras veces es muy parlanchín y hasta coqueto;
no te pongas celosa ni le hagas teatro armado, la verdad es
que es muy inseguro y dice que haciendo chistes se siente
más aceptado... Quiérelo así como es, terco, inmaduro, loco,
tenaz; conócelo, ama su alma, ama cada parte de su ser;
él no nació para ser algo fugaz. Es tuya su voz ronca y cada
noche y cada alborada te enamorará los sentidos; es tuya
su mirada, su sonrisa, su amor, su pasión, su piel ¡Y todo
lo que yo jamás he tenido! Cuídalo, ámalo sin límite y sin
condición; ama sus virtudes y sus defectos; ama su invierno,
ama su estío... ¡Te suplico, mujer ignota, jamás hagas sufrir
a ese hombre! Ese hombre que me pertenece... Mi locura