
Se prenden lentamente las estrellas.
El cielo tiene rosas amarillas.
De la raíz oculta de las cosas
van creciendo tristezas y alegrías.
Qué manera tan dulce de querer
la tuya compañero porque dices
las palabras que nadie las diría.
Te traen las palabras a mi lecho
y con ellas llenas tú mis días.
Se distrae el lucero de las doce
de la noche y ya en la lejanía
se pierde de los ojos. El rocío
baja hasta las hojas más pequeñas.
Mi alma es una hoja toda verde
que recibe tu amor a la mañana.
Delfina Acosta
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