No me arrastres, tiempo. Déjame
en un rincón olvidada.
No me hieras así, traspasándome.
Deja que duerma tranquila
una noche, una vez siquiera
sabiendo que no me estás robando
a pedazos los sueños.
No prives al perfume
de la flor que lo sustenta.
Si le gastas al violín, tiempo, las cuerdas
se romperán cuando la música
quiera vibrar en ellas.
Tarde supe que podía
como una flor
abrirme hacia la vida
y aún no he florecido.
Tiempo -por favor- espera!
Foto: Carmen Soler, 1974
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