Escondida tras su sonrisa,
ella guardaba una lágrima.
Una lágrima que brotó de lo más
profundo de su corazón y le dolía,
profundo de su corazón y le dolía,
le dolía mucho porque estaba envuelta
en amor. Ese amor que se vuelve
parte de nosotros, que crece y palpita
en nuestro mismo corazón, que nos
regala por momentos tanta alegría.
Esa lágrima que nos recuerda
que estamos vivos, que sentimos,
que amamos, que crecemos
y que somos capaces de luchar
contra el mundo si es necesario.
Tras su sonrisa, se escondía una
Tras su sonrisa, se escondía una
lágrima, una lágrima de adiós
y de espera, de ese tipo de espera
en que abre las puertas de la eternidad.
Y mientras el mundo gira, con su "Adiós"
y sus "Bienvenidas", el dolor le toca
el alma y los gritos del silencio
se transforman en tristeza y soledad.
Una mano de ángel sostiene en su alma
esa lágrima, que no logra caer,
que sigue envuelta en ese amor infinito,
que brota del corazón que un día
lo vio nacer. Nada consuela ese dolor,
quizás tan sólo el recuerdo de su amor.
Ella no sabe que su tristeza hace
estremecer al cielo, y que ese niño
se ha vuelto un ángel que en su vida
la acompañará, que vivirá en sus recuerdos,
en sus sonrisas y en esas lágrimas tristes
y agobiantes que no caen.
Copyright © By Ale Barajas 2015
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