
Suele ser común perderse en maullidos del gato
en el desconcierto de un día rebosante de nubes,
cuando el mundo parece de andenes interminables.
mirarse desde lo alto los cansancios;
invita al encuentro y al limbo de un beso
de esos que embriagan y ponen alas,
a los árboles y piedras del suelo.
Supongo que eso habla de largas incongruencias
de frecuentes viajes en estelas de humo,
soltando la mano del silencio
para sentirse como un niño travieso;
que naufraga en almohadas de viento
hasta encontrar enfilados arco iris,
en la horma apretada de sus sueños.
Asirse de kilómetros a caricia y paso lento
con maletas repletas de canciones de barriada,
calzarse de emoción y suaves versos
es delicia igual
que saberme de ti embadurnada;
o guardarse en el alma un nido de azulejos
cual pequeños mares que en un roble cantan.
Para cuando la luna llegue con su tez de plata
y asome en las barandas de la vida ,
borre lo gris del vértigo que extraña
hasta observarse intensa;
como un tango que en los chopos danza
después de una lluvia de acciones cotidianas,
volver de nuevo como el sol a la mañana
(desconozco su autor)
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