
No pertenezco a ningún lugar;
en el mundo de nadie están mis huellas...
Los bordes del viento me veo rasgar
debajo de un vacío negro y sin estrellas...
Me perdí por seguir el eco de una voz
que me incitó a hacer un abecedario
desequilibrado; abarrado por la coz
de una poesía convertida en obituario...
Antes pensaba que el silencio mataba;
pero ahora sé bien que sólo lastima...
Hoy sé que lo que mata es la palabra...
Sí... Es la palabra la que asesina...
Vago en un paraje desconocido;
mi nirvana es un helado camposanto...
Parece que escapó de mí todo sentido;
corazón indiferente a todo quebranto...
Pero hay días que, al cielo desteñido
suplico e imploro que no duelas tanto...
Alibut Sarabia
Imagen de la red.
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