Mi sabor en tu lengua libre
Tu sed en mi sudor
Mi deseo en tu vientre
Tu jadeo en mi abrazo
Mi cama en tu piel
Tu mar en mi sal
Mi tacto en tu interior
Tu fruta en mi edén
Mi piel en tu mirada
Tu brillo en mi explosión
Mi tesoro en tu dulzura
Tu fragancia en mi pelo
Mi herida en tu tirita
Tu calor en mi volcán
Mi camino en tu belleza
Tu cintura en mi pecho
Mi duda en tu corazón
Tu luz en mi noche en vela
Mi exceso en tu entrega
Tu almohada en mi consulta
Mi desnudez en tu fuego
Tu inocencia en mi mano
Mi cruz en tu cara
Tu viaje en mi interior
Mi chaparrón en tu tormenta
Tu carta en mi buzón
Mi futuro en tu presente
Tu dolor en mi cuerpo
Mi hoguera en tu nieve
Tu sirena en mi playa
Tú en mí y yo en tí,
sin nadie más, sin nada más,
en silencio, solos,
a la orilla de un mar desierto
y olvidado por la insensatez
de las personas que nunca
sueñan con amar.