No hay estrella fugaz;
no hay velas en un pastel;
no hay fuente milagrosa
ni monedas para arrojar.
Sólo encontré mi corazón
con un deseo ferviente
y ardiente, en su interior:
Que seas inmensamente feliz;
que nada te haga sufrir;
que, aunque nunca
vayas a ser para mí,
jamás te falte el amor
ni la paz en tu interior
ni de una mano amiga
el apoyo y el calor;
que encuentres en tu andar
solamente la felicidad
y que ella y Dios te acompañen
de aquí hasta la eternidad.
Alibut Sarabia
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