Dormida, con la luz del alba tocándote la espalda,
la paz está contigo.
En la noche se arrastraron los sueños,
los garfios se apoderaron de tu carne
y, sin embargo, la presencia de una tarde en particular
en la que las manos se entrelazaron
y el viento llegó con jazmines,
hizo que siguieras dormida con una sonrisa en los párpados.
En esa tarde las muchachas corrían por el sendero
y el perfume de los pinos cerraba dulcemente el horizonte.
Nuestras manos iban juntas
y decidimos anotar ese deslumbramiento.
Basta con una tarde recordable, todo esto es tan frágil,
para sentir el esplendor de lo real.
Lo demás son las nubes que anuncian tormenta,
días perdidos en el calendario de la cocina,
palabras dichas descuidadamente,
privadas de su significado por el estruendo de las horas,
por este vivir sin darse cuenta de que se está en la vida.
Ahora te miro con la luz del alba en la espalda
y una ternura desconocida me obliga a tocar tu pelo
que tiene ya los primeros rayos del sol.
He aquí otro momento de esplendor,
he aquí que, con la mañana, entró a la casa
el ángel de la serenidad.
la paz está contigo.
En la noche se arrastraron los sueños,
los garfios se apoderaron de tu carne
y, sin embargo, la presencia de una tarde en particular
en la que las manos se entrelazaron
y el viento llegó con jazmines,
hizo que siguieras dormida con una sonrisa en los párpados.
En esa tarde las muchachas corrían por el sendero
y el perfume de los pinos cerraba dulcemente el horizonte.
Nuestras manos iban juntas
y decidimos anotar ese deslumbramiento.
Basta con una tarde recordable, todo esto es tan frágil,
para sentir el esplendor de lo real.
Lo demás son las nubes que anuncian tormenta,
días perdidos en el calendario de la cocina,
palabras dichas descuidadamente,
privadas de su significado por el estruendo de las horas,
por este vivir sin darse cuenta de que se está en la vida.
Ahora te miro con la luz del alba en la espalda
y una ternura desconocida me obliga a tocar tu pelo
que tiene ya los primeros rayos del sol.
He aquí otro momento de esplendor,
he aquí que, con la mañana, entró a la casa
el ángel de la serenidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario