Los días están tristes y la gente se muere,
y cae la lluvia sucia de las nubes de plomo...
Y la ciudad no sabe lo que le pasa, como
el pobre corazón no sabe lo que quiere.
Es el invierno. Oscuro túnel, húmedo encierro,
por donde marcha, a tientas, nuestro pobre convoy.
Y nos tiene amarrados a la vida de hoy,
como un amo que tira de su cadena al perro.
Luto, lluvia, recuerdo. Triste paz y luz pobre.
Cerremos la ventana a este cielo de cobre.
Encendamos la lámpara en los propios altares...
Y tengamos, en estas horas crepusculares,
una mujer al lado, en el hogar un leño...
y un libro que nos lleve desde la prosa al sueño.
_Manuel Machado
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