lunes, 18 de junio de 2018
¡HASTA SIEMPRE!
¡Cómo quisiera poder verte otra vez!
Quisiera gritarte que necesito
de ti y tu presencia, lindo viejito;
me duele demasiado que ya no estés.
Extraño tu cuerpo flaco, encorvado;
tus ojos siempre mojados de llanto;
tu renegar, que molestaba tanto
y en éste día necesito a mi lado;
tus siestas debajo de los naranjos;
la música que creabas con sus hojas;
entre ellos hacen hoy eco tus notas
que se transforman en lamento y llanto;
tus sueños guardados en el bolsillo;
tu poca lucha por vivir la vida
que después de muchos años, rendida,
a Dios voló cual libre pajarillo.
¡Cuántos "te quiero" quedaron guardados!
¡cuántos abrazos que no te pude dar!
¡cuánto cariño que aquí se va a quedar
sin poder ya dártelo, padre amado!
Y no me resigno a que hoy sólo seas
puño de tierra adornado con flores;
a que ya no rías, regañes ni llores
ni a que ya jamás otro nuevo día veas.
No se puede que tu ausencia no duela;
tardaré en resignarme a tu partida;
te llevaste un pedazo de mi vida;
saberte con Dios es lo que consuela.
Y en las noches claras miro hacia el cielo
queriendo encontrarte en alguna estrella;
con suave voz me dice la más bella:
"Por todos mis hijos desde aquí velo."
¡Hasta siempre, mi viejo tan querido,
tu fiel recuerdo será mi consuelo!
Alibut Sarabia
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