Me llevas a hombros,
haciendo camino
como dos buenos amigos;
padre e hijo
comparten el viento
ondeando en nuestro pelo
a la vez que conversa
sutil en nuestros oídos.
Me encanta como caminas,
otras veces te pones a correr
subiéndome y bajándome
en pequeños saltitos
en un vaivén infinito.
Me acompaso al galope
de tus largas piernas
sintiéndome aun más niño.
Me abrazo a tu cuello
y cierro los ojos.
A nuestro alrededor, el paisaje avanza rápido.
El tiempo es fugaz aunque parece detenido.
Prosigues el galope enloquecido
y abro los ojos para descubrir
un cielo al cual quisiera llegar
para agarrar una nube de algodón.
Reímos, buscas mi mano,
me bajas al suelo para que acabemos
juntos el camino.
Estás sudando papá, pero te veo tan feliz
y yo me siento tan unido a ti,
que no dudo en decirte:
¡jamás ir sobre tus hombros y casi tocar el cielo, fue tan divertido!
Fabiola Rubio
F.R.G.
©Copyright - Derechos Reservados 2017.
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