Si tuviese q escoger una palabra
para ser parte obligatoria en el vocabulario de la mujer de hoy,
esa palabra sería un verbo de 4 sílabas:
descomplicar.
Despues de infinitas (e inmensas) conquistas,
hallo que está pasando de la hora de aprender
a vivir más ligeramente:
exigir menos de los otros y de nosotras mismas,
cobrar menos, reclamar menos, cargar menos culpa,
mirar menos en el espejo.
Descomplicar tal vez sea el atajo más seguro para llegar a tanto
habla de la calidad de vida que queremos - y merecemos - tener.
Mas hay otras palabras que no pueden faltar en el kit existencial
de la mujer moderna.
Amistad, por ejemplo.
Acostumbradas a concentrar nuestros
sentimientos (y nuestra energía...) en las relaciones amorosas,
acabamos dejando a las amigas en segundo plano.
Y nada, nada, hace tan bien a una mujer
que la convivencia con las amigas.
Ir al cine con ellas
(con quienes gustan de las mismas películas q una),
salir sin tener hora para volver,
compartir una caipivodca de frutilla
y repetir las historias que ya nos contamos mil veces
- eso, si, hace bien a la piel.
Para el alma, entonces, ni se habla.
Al menos una vez por mes, deje al marido o enamorado en casa,
prometase que no le va a llamar ni una sola vez
(apague el celular, se fuera preciso)
y disfrute de los placeres que sólo una
buena amistad consigue proporcionar.
Y, ya que hablamos de apagar el celular, incorpore a su vocabulario
dos palabras que han estado ausentes del cotidiano femenino:
pausa y silencio.
Aprenda a parar, aunque sea por cinco minutos,
3 veces por semana, 2 veces por mes, o 1vez por día
- no importa -
y quede en silencio.
Esas pausas silenciosas nos permiten reflexionar,
contar hasta 100 antes de una decisión importante,
entender mejor los propios sentimientos,
reencontrar la serenidad y el equilibrio cuando es preciso.
También abra espacio, en el vocabulario y en lo cotidiano, para el verbo reír.
No hay crema anti-edad ni botox que salve de las líneas de expresión
de una mujer malhumorada.
Acidez y amargura son palabras que deben ser barridas
de nuestro día a día.
Se fuera preciso, pegue algo cómico en la heladera,
preste atención a la conversación de dos criaturas,
marque un encuentro con aquella amiga graciosa
- haga cualquier cosa, pero ría.
La risa nos salva de nosotras mismas,
cura nuestras angustias y nos reconcilia con la vida.
En cuanto a la palabra dieta, cuidado:
mujeres que siempre hablan de régimen
suelen ser pésimas compañías.
Deje la discusión sobre carbohidratos
y afines para cuando va al baño femenino o al consultorio del endocrinólogo...
En las mesas de restaurantes, ni lo piense.
Se fuera para estar contando calorías,
describiendo su propia culpa y mirando el postre
de la amiga con reprobación y envidia,
mejor quedar ee casa y desfrutar de su ensalada de lechuga
y su te verde sola.
Una sugerencia?
intente cambiar la obsesión por la dieta por otra palabra que,
esa si, deberia guiar nuestros actos 24 horas por dia:
gentileza.
Tener clase no es usar ropas de marca:
es ser delicada.
Saber comportarse
es infinitamente más importante que saber vestir.
Rescate aquellos viejos hábitos que anda olvidando: aprenda
a ponerse en el lugar del otro,
y trate a los demás como le gustaría ser tratada,
en el tránsito, en la fila del banco,
en la empresa donde trabaja, en casa, en el supermercado,
en el gimnasio.
Y, para terminar, no deje de conjugar dos verbos que deberían ser
indispensables en la vida:
soñar e recomenzar.
Sueñe con aquel viaje al exterior, aquel fin de semana en la playa,
el curso que aun va a hacer, la promoción que va a conquistar un día, aquel hombre que un día (quien sabe?)
aún será suyo, sueñe que está besando a Brad Pitt ...
soñar es casi hacer acontecer.
Sueñe hasta que suceda...
Y recomience, siempre que fuera preciso:
sea amorosa, en la carrera de la vida, en las relaciones familiares.
La vida nos da un espacio para maniobrar:
úselo para reinventarse a si misma.
Y, por último
(ahora, si, cerrando),
borre de su Aurélio la palabra perfección.
El diccionario de las mujeres interesantes incluye fragilidades,
inseguridades, limites.
Pare de pelear consigo misma para ser la madre perfecta,
la dueña de casa impecable, la profesional que sabe todo,
la esposa nota mil.
Por sobre todo, elimine de su vida el desgaste de intentar tener muslos sin celulitis, rostro sin arrugas, cabellos que no despeinan,
colas que caben en cualquier bikini.
Mujeres reales son mujeres imperfectas.
Y las mujeres que se aceptan como imperfectas son mujeres libres.
Vivir no es
(y nunca fue)
fácil, mas, cuando se elimina o exceso de peso del equipaje
(y la búsqueda de la perfección pesa toneladas),
la tan soñada felicidad esa mucho más posible.
Leila Ferreira (1)
(1) Actualmente, Leila Ferreira está bajo tratamiento contra el cáncer de mamas
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